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Clive Barker’s Jericho es la apuesta de MercurySteam, una compañía española que, desde Metodologic, recibe todo nuestro apoyo y ánimo para conseguir devolver a nuestra industria la gloria de días pasados. Jericho pretende estremecernos con una historia donde toma protagonismo el Primogénito, un ser asexuado que parece ser la creación prohibida de Dios.
Esta criatura parece estar envuelta en la destrucción de la ciudad de Al-Khali, donde se ha detectado presencia paranormal. Para deshacer entuertos, el comando Jericho se dirige al lugar encabezado por el capitán Devin Ross. Cada uno de ellos será importante en su peligrosa misión, donde se enfrentarán con su pasado y con sus propios miedos. Y mejor que estés preparado, porque tú también lo harás. Para eso te has comprado el juego.




Un viaje infernal

Si desvestimos a Jericho y lo despojamos de sus múltiples personalidades encarnadas en cada uno de los miembros del grupo de combate, nos encontraremos con un First Person Shooter de la vieja escuela, de los que rezuman acción por todos sus poros.

Esta metodología de juego se presenta en la mayor parte de su recorrido y no se complica ni un ápice en su planteamiento: oleadas de enemigos tan horriblemente abominables como hermosamente diseñados, los cuales nos pondrán a prueba una y otra vez. Estos espíritus del averno no tienen demasiado cerebro, ni falta que les hace. Su única idea es abalanzarse sobre su enemigo y masacrarlo, ya sea cuerpo a cuerpo o abriendo fuego a distancia.




Sin embargo, es de agradecer que los chicos de MercurySteam hayan introducido ciertas variantes en el desarrollo del juego, insuflando un poco de aire fresco entre tanto combate. Por ejemplo, los Quick Time Events –QTE en adelante-, los mismos que utilizara 25 años atrás un peculiar caballero llamado Dirk en Dragon’s Lair, serán de la partida en Jericho. Ya sea en combates cuerpo a cuerpo, o para tratar de salvar ciertos obstáculos, nuestra misión será pulsar aquella dirección que nos indique la pantalla.



La clave de Jericho

Los puntos clave de Jericho son básicamente dos: el cambio de personajes y el diseño de los niveles. Y ambos tienen sus pros y sus contras. Para empezar, un desgraciado incidente en el que el capitán Ross se ve implicado sirve de perfecta excusa para poder cambiar de personaje en todo momento. Dicho cambio se hace a través de una pequeña interfaz que nos costará dominar, pero que acaba resultando asequible y útil.
De este modo, podremos sacar partido a cada miembro del equipo Jericho, tanto a su armamento como a sus técnicas especiales. La curación de Rawlings, el fuego abrasador de Delgado, la parálisis de Church, el ‘bullet-time’ de Cole, la proyección astral de Jones y la telequinesis de Black son los poderes más significativos de cada comando.




Poder manejar seis personajes distintos es interesante y dinamiza mucho la acción, pero a su vez es un arma de doble filo, debido a las características del diseño. Enlacemos entonces con el segundo punto clave: el diseño. A nivel artístico, Jericho nos asombra una y otra vez: monstruos abominables, escenarios detallados e iluminación dinámica claustrofóbica y bien implementada.